sábado

Sincepto

El sincepto

Ese concepto qué carece de sí mismo
Esa nada dentro de todo, no?
Esa mentira que no se ha dicho
Esa verdad que no dice nada de sí misma

El sincepto casi con, él
Esa mentira de verdad
Todo o nada

Se juega el todo por el todo, o si no... nada!

Gracias por nada dice de todo

jueves

ViajANDO

La hora a estas alturas, parece ser ajena al tiempo. Colores en su plenitud, ambos cargados de una nitidez que por momentos confunde mi mirada y me transporta a una frecuente ondulación de fragmentos colorados.

El espacio es pequeño, en realidad mi mirada podría caber en la cabeza de un alfiler, y a menos que cierre mis ojos, vería con claridad lo que a mi espalda enfrenta y a mi mirada confronta. Tal vez no sea clara mi significación oculta en los ojos y en la mente, sin embargo desde aquí arriba podría afirmar sin siquiera dudarlo, que estoy en el medio de colores; ya estos no tiñen a su contenedor, ahora bien, son propios en sí, su compleja forma sin límites.

No le encuentro final alguno a este plano tan bien pintado. No le encuentro rigidez. Tampoco fragilidad. Profundo tal ves. Un plano cóncavo donde cabría la posibilidad de pertenecer a un reflejo, o a un suelo igual.

Bruscos movimientos me refieren el movimiento tan movido en el que me muevo.
Aire, suspiros de un viento que nos sopla directo a un allá.
Turbulencia y suspensión, rapidez e imágenes lentas. Avanzo y me detengo, comienzo y luego termino de llegar.

El inicio fue contrario. Soledad VS silencio. Emoción VS felicidad. Hoy VS ayer.
Buenos Aires – Bogotá.

Ya el suelo es relevante entre tantos otros.
Cubriéndonos simulando ser nuestro techo más alto, el cielo se convierte ahora en mi suelo sin concretar. Inmensas nubes blancas cubren lo que creí siempre, sería mi polo a tierra, sin embargo bastó únicamente con verlo desde su imagen opuesta, inclinando ahora mis ojos hacia abajo, para darme cuenta que pisamos constantemente un suelo firme y aún así seguimos en las nubes. ¡Pero por Dios, como atreverme a tanto! Si en realidad pudiese vivir en las nubes tocando ese suelo firme que me sostiene, tendría la vista más amplia, sentiría el perfume más neutral, la suavidad de las nubes ya ni siquiera me arrebataría mi sueño… entonces me entrego a mirar, observar en ellas figuras que me simulen mensajes o tan solo dibujos recreados por mi vista, esa que me convierte mi contexto en algo real.

Un Tic. Mi tiempo

Un tIc – tAc retumba mis oídos. Me recuerda que el tiempo existe, que la vida pasa y que ese ritmo, es el cordón umbilical de la rutina.

Pensamos a destiempo, recordamos sin siquiera saber la hora exacta, a no ser que ésta como el momento mismo, sea precisa para entender con claridad el recorrido. Sin embargo la hora y el tiempo, se convierten única e inevitablemente en datos, en puntos relevantes para aclarar un sentido.

El tiempo es tan misterioso y exclusivo, que solo lo reconocemos cuando unos números o una imagen lo representan. A pesar de esto, él mismo se representa en siluetas como un cambio de luz, de ánimo, de fuerza, se nos presenta como un recluta del reloj y como comandante de la rutina.

Sentimos a través de tiempo y vivimos de acuerdo a el. Este se muestra en nosotros al igual que un signo distintivo como el parpadeo, el palpitar, el respirar… se muestra a sí evidente y vital, pero tan sutil y obvio recordando el transitar de aquellas acciones innatas como lo es vivir.

Somos esclavos irremediables del tiempo y de esos reflejos vitales… y en el momento que estos se detienen, nuestro tiempo también lo hace, y esa relatividad de nuestra existencia y de la suya misma, se transforma en simples e inevitables repeticiones que nos conllevan a presenciar su existencia de una forma tan vana que la damos por alto, y lo notamos únicamente cuando nos aturden o nos transforman la tranquilidad en susurros de una venida detención de la realidad y la existencia.

El tiempo y la vida en su mayor autonomía, en su mayor autocontrol e identificación propia.

Acudimos a él para sentirnos partícipes de esta secuencia, de otra manera no seríamos capaces de comprender los ciclos que la vida y el tiempo mismo proponen…
Dejará de ser todo esto eterno hasta que en sí mismos dejen de ser en sí, dejen de ser esenciales para su propia existencia. Así mismo se presenta ante nuestro pensamiento la afirmación de la realidad, ya que no soportamos el hecho de creer que ya no nos necesitemos ni en unidad, ni en conjunto para existir.
Sería casi inútil y frustrante vivir entonces con medida, la infinitud de la existencia ya no sería imposible… desde qué lo pensemos, estamos negando que sería real un fin.

Todo aquello que somos capaces de pensar o aunque sea de percibir por el más mínimo de los sentidos, carece de mortalidad. Ni siquiera nuestra propia vida, pues de antesala nos planeamos una continuación y en el momento en que tratamos de adoptar su forma, o una visión vacía de la existencia, optamos por evadir esa posibilidad y automáticamente creamos uniones lingüísticas que nos instruyan el pensamiento para no autodestruirnos, o al menos no proclamar un fin.

los CONceptos SENTIDOS

- ¡Conceptos!, ¡conceptos! , ¡conceptos! , ¡conceptos! , ¡conceptos!...
- ¿Infinitud de qué?
- ¿Qué, de qué?
- ¿Qué?
- ¿De?
- ¿Qué, qué?
- ¿Ke?
- Ke
- ¿?
- …

Largas cadenas de vagos significados, unión de letras hechas para darle sentido a un “algo”. Muchas veces me he preguntado, si así se dice, o se hace, o se mira, me he preguntado también sí en realidad todos nos entendemos cuando hablamos, sí somos espejos de voces que sin mirarnos son capaces de emitir los mismos códigos, las mismas claves de expresión, o sí el lenguaje y lo que este trae consigo es real.
Continuamente somos concientes de la evidente carencia de vocabulario que tenemos al expresarnos verbalmente, incluso cuando creemos habernos explicado bien, siempre surge la duda de si el resultado fue el adecuado, es por esta razón que encuentro confusa la existencia de los conceptos.

¿Cuándo se comenzó a significar, cuando todo comenzó a tener el mismo significado sin importar el “idioma”? El idioma, curiosa palabra, curioso concepto. Sí todo significa lo mismo, es decir si cada algo significa el mismo algo en el mundo entero, ¿por qué lo pronunciamos diferente?

Somos victimas de locas ideas, somos ruidos de frecuencias que coinciden. Podríamos crear nuestro propio lenguaje, hacernos los desentendidos y comenzar a saber reconocer, a crear un nuevo “algo” sí tan solo fuéramos lo suficientemente capaces de desligarnos de lo aprendido, sí pudiéramos dejar la mente en blanco y comenzar a estimular los sentidos a crear de forma natural un nuevo idioma en el que el instinto humano lograra identificarse en todo su esplendor, así lograríamos entendernos. Sí todo esto fuese posible, no existirían conceptos por los cuales padecer, por los cuales matarnos sin haber podido encontrar un solo concepto que realmente nos signifique en la absoluta totalidad. Aún así estando todos los sentidos alerta, contemplar el hecho de ser en nuestra totalidad un único sentido nos daría una razón para comprender por qué necesitamos de ellos como un conjunto de equilibrio, y por qué aquellas personas que carecen de alguno, son seres ejemplares que a pesar de estar en nuestro mismo entorno y soportando los mismos temores logran interpretar la realidad, nuestra realidad teniendo como espejo de su percepción a la imaginación, la asociación y la contemplación de forma más primitiva, lo cual es de cierta forma un privilegio, pues son concientes de lo que nosotros teniendo la vista, por ejemplo, no podemos ver.

Es así como sospecho la posibilidad de una única realidad que me deja por momentos en silencio e intento deducir qué de pronto es éste el arma más susceptible y apetecible, pues lucharíamos ahora por lograr callar nuestra curiosidad. Con el silencio callaríamos por fin, un sin número de fugas a lo desconocido. Sólo imaginar un mundo en donde predominara el silencio, imaginar que la curiosidad despareciera, o fuera en sí de tal forma que nada lograra definirla. Seríamos entes de la nada, organismos de un segundo adecuados para un fin simulando un inicio, nos extinguiríamos casi sin haber comenzado a vivir.

Sí no pudiéramos comunicarnos en nuestro contexto, las necesidades no existirían, un deseo sería un ruido desastroso.
Por tal razón se debe ser cauteloso al pensar, al describir, al comprender y así surgirá la posibilidad de entender que existen muchas maneras de comunicarnos.

Las miradas por ejemplo, son palabras sin significado que de forma natural nos transmiten la verdad de las cosas que no logramos identificar, con una mirada reconocemos el engaño, la alegría, la tristeza, la emoción la sorpresa y todas esos estímulos que son básicos en cualquier individuo, de las miradas solo desciframos sensaciones, y eso es lo único que realmente nos hace ser quienes somos. Entonces se asume que la mejor manera de comunicarnos es no contextualizando las emociones, solo demostrarlas para así poder establecer que no hay un trasfondo que las arraigue a la duda.
Aún así sería tenebroso un mundo únicamente de miradas, seríamos vigilantes continuos de la misma actividad, mirar. Viviríamos ocultos en una mirada ajena, solo queriendo descifrar lo que ni nosotros mismos logramos explicar teniendo un sin fin de conceptos comprendidos por todo el universo. Naceríamos en un estado de hipnotismo.

Sin embargo la cadena sensitiva propone cuatro opciones más que por alguna razón van de la mano, y que al separarlas y dejarnos en el estado más básico de nuestra estructura como seres perceptivos, establecen una existencia casi instantánea, una vida sin vida que no tendría un inicio para continuar, y que en realidad no sería más que una fuga al comienzo de la nada en relación con el proceso evolutivo que nos incita a pensar en la creación como una secuencia que va dejando parte de sí para formar algo más complejo.

Al optar ahora por los sentidos restantes, hacer evidente el vivir únicamente de olores nos demostraría que seríamos estáticos una vez más, sería un único respiro en donde el dejar de inhalar marcaría el destino final y correspondería entonces al hecho de hacernos padecer por no tener la capacidad de otorgarle la función de expresión a todo eso que percibimos y que en cualquier momento se transformaría en un único olor pues de antesala no hay nada previo que los diferencie entre ellos. Exhalar se convertiría en un suicidio y transformaría su inicio en el comienzo de ese final por el cual se moriría de forma natural e inocente.

Como todo sistema efectivo de la vida, la cadena de sentidos se relaciona de forma al parecer deliberada, sin embargo el sentido del gusto tal ves por un orden físico le sigue al sentido del olfato. Con el gusto probamos en sentido figurativo el entorno que nos rodea y que es apto para ser degustado por aquel sentido que lo puede percibir para encontrar en sí una base de su existencia.

El gusto nos convertiría en asesinos voraces de pensamientos que aún no significados nos aturden, seríamos caníbales ya ni siquiera de nuestra misma “especie”, ahora vendríamos siendo caníbales de nosotros mismos. Optaríamos por saborearnos para luego comunicar lo que sentimos en forma de apetito, seríamos fieras de la nada amantes innatos de nosotros mismos, un ego en su plenitud se transformaría en el gusto de eso que probamos pues no hay punto de comparación más claro que sí mismo. Ahora bien se estaría afirmando que seriamos materia tangible con un escaso aspecto estético, lo cual de lo contrario sería banal. El gusto, uno de los sentidos más ligados al tacto en este transcurso de sustentación de la existencia pues se hace necesario el contacto físico entre el exterior y el interior mismo para comprobar que la evidencia es cierta. Se parte entonces de aquí para aclarar el transcurso que se sigue en la cadena penta sensitiva de nuestra comunicación íntima.

El tacto por el contacto que merece para ser, no seria nada más que sentir una completa y absoluta necesidad de sustentar nuestra presencia. Viviríamos tan solo un segundo más que con los demás sentidos por que necesitaríamos un punto de comparación para darnos cuenta tan solo de nuestra profundidad en este plano sin soporte alguno, donde el viento es lo único que nos mantiene rígidos. El tacto pretendería darnos más que una interpretación del panorama, con este sentido se activa una sensación que se puede identificar en cualquier parte del cuerpo y eso trasciende a un instante más de vida, o un momento menos de inexistencia.

Hasta que punto llegamos a depender de los conceptos que ya ni siquiera podríamos vivir, o al menos ver la vida sin contextualizar nuestros sentidos.
La necesidad de negación al comprender que mis sentidos tan solo son bases para mis pensamientos se hace evidente. Aturde pensar que somos ajenos a los principios de nosotros mismos como individuos capaces de adoptar y comprender nuestra misma mente, nuestra imaginación y su imagen en lo que se ha creado.

Pero tal ves tengo razón con lo que digo, sentimos por el contexto en el que vivimos, por que desde que aprendemos a comunicarnos en base a los conceptos los sentidos se convirtieron solo en reflejo de nuestros pensamientos.

Es increíble como al referirse a los cinco sentidos nos encontramos mezclando las emociones, como sí los sentidos reflejaran las emociones siendo que con ellos solo percibimos el mundo. Es absurdo todo, es absurdo pensar que a pesar de haber creado nosotros mismos este idioma tan explicativo, no sepamos utilizar bien el vocabulario, es absurda esta posición a lo que hemos creado e imaginado. Y aún así creemos tenerle significado a todo, menos a lo que nos parece imposible: Eterno, Infinito, Nada, Todo, Algo, Felicidad, Tristeza, Odio, Amor… para mí, todos y cada uno de estos conceptos son imposibles de significar… y así mismos imposibles de algún día vivir, si podemos algún día realmente vivir.