jueves

los CONceptos SENTIDOS

- ¡Conceptos!, ¡conceptos! , ¡conceptos! , ¡conceptos! , ¡conceptos!...
- ¿Infinitud de qué?
- ¿Qué, de qué?
- ¿Qué?
- ¿De?
- ¿Qué, qué?
- ¿Ke?
- Ke
- ¿?
- …

Largas cadenas de vagos significados, unión de letras hechas para darle sentido a un “algo”. Muchas veces me he preguntado, si así se dice, o se hace, o se mira, me he preguntado también sí en realidad todos nos entendemos cuando hablamos, sí somos espejos de voces que sin mirarnos son capaces de emitir los mismos códigos, las mismas claves de expresión, o sí el lenguaje y lo que este trae consigo es real.
Continuamente somos concientes de la evidente carencia de vocabulario que tenemos al expresarnos verbalmente, incluso cuando creemos habernos explicado bien, siempre surge la duda de si el resultado fue el adecuado, es por esta razón que encuentro confusa la existencia de los conceptos.

¿Cuándo se comenzó a significar, cuando todo comenzó a tener el mismo significado sin importar el “idioma”? El idioma, curiosa palabra, curioso concepto. Sí todo significa lo mismo, es decir si cada algo significa el mismo algo en el mundo entero, ¿por qué lo pronunciamos diferente?

Somos victimas de locas ideas, somos ruidos de frecuencias que coinciden. Podríamos crear nuestro propio lenguaje, hacernos los desentendidos y comenzar a saber reconocer, a crear un nuevo “algo” sí tan solo fuéramos lo suficientemente capaces de desligarnos de lo aprendido, sí pudiéramos dejar la mente en blanco y comenzar a estimular los sentidos a crear de forma natural un nuevo idioma en el que el instinto humano lograra identificarse en todo su esplendor, así lograríamos entendernos. Sí todo esto fuese posible, no existirían conceptos por los cuales padecer, por los cuales matarnos sin haber podido encontrar un solo concepto que realmente nos signifique en la absoluta totalidad. Aún así estando todos los sentidos alerta, contemplar el hecho de ser en nuestra totalidad un único sentido nos daría una razón para comprender por qué necesitamos de ellos como un conjunto de equilibrio, y por qué aquellas personas que carecen de alguno, son seres ejemplares que a pesar de estar en nuestro mismo entorno y soportando los mismos temores logran interpretar la realidad, nuestra realidad teniendo como espejo de su percepción a la imaginación, la asociación y la contemplación de forma más primitiva, lo cual es de cierta forma un privilegio, pues son concientes de lo que nosotros teniendo la vista, por ejemplo, no podemos ver.

Es así como sospecho la posibilidad de una única realidad que me deja por momentos en silencio e intento deducir qué de pronto es éste el arma más susceptible y apetecible, pues lucharíamos ahora por lograr callar nuestra curiosidad. Con el silencio callaríamos por fin, un sin número de fugas a lo desconocido. Sólo imaginar un mundo en donde predominara el silencio, imaginar que la curiosidad despareciera, o fuera en sí de tal forma que nada lograra definirla. Seríamos entes de la nada, organismos de un segundo adecuados para un fin simulando un inicio, nos extinguiríamos casi sin haber comenzado a vivir.

Sí no pudiéramos comunicarnos en nuestro contexto, las necesidades no existirían, un deseo sería un ruido desastroso.
Por tal razón se debe ser cauteloso al pensar, al describir, al comprender y así surgirá la posibilidad de entender que existen muchas maneras de comunicarnos.

Las miradas por ejemplo, son palabras sin significado que de forma natural nos transmiten la verdad de las cosas que no logramos identificar, con una mirada reconocemos el engaño, la alegría, la tristeza, la emoción la sorpresa y todas esos estímulos que son básicos en cualquier individuo, de las miradas solo desciframos sensaciones, y eso es lo único que realmente nos hace ser quienes somos. Entonces se asume que la mejor manera de comunicarnos es no contextualizando las emociones, solo demostrarlas para así poder establecer que no hay un trasfondo que las arraigue a la duda.
Aún así sería tenebroso un mundo únicamente de miradas, seríamos vigilantes continuos de la misma actividad, mirar. Viviríamos ocultos en una mirada ajena, solo queriendo descifrar lo que ni nosotros mismos logramos explicar teniendo un sin fin de conceptos comprendidos por todo el universo. Naceríamos en un estado de hipnotismo.

Sin embargo la cadena sensitiva propone cuatro opciones más que por alguna razón van de la mano, y que al separarlas y dejarnos en el estado más básico de nuestra estructura como seres perceptivos, establecen una existencia casi instantánea, una vida sin vida que no tendría un inicio para continuar, y que en realidad no sería más que una fuga al comienzo de la nada en relación con el proceso evolutivo que nos incita a pensar en la creación como una secuencia que va dejando parte de sí para formar algo más complejo.

Al optar ahora por los sentidos restantes, hacer evidente el vivir únicamente de olores nos demostraría que seríamos estáticos una vez más, sería un único respiro en donde el dejar de inhalar marcaría el destino final y correspondería entonces al hecho de hacernos padecer por no tener la capacidad de otorgarle la función de expresión a todo eso que percibimos y que en cualquier momento se transformaría en un único olor pues de antesala no hay nada previo que los diferencie entre ellos. Exhalar se convertiría en un suicidio y transformaría su inicio en el comienzo de ese final por el cual se moriría de forma natural e inocente.

Como todo sistema efectivo de la vida, la cadena de sentidos se relaciona de forma al parecer deliberada, sin embargo el sentido del gusto tal ves por un orden físico le sigue al sentido del olfato. Con el gusto probamos en sentido figurativo el entorno que nos rodea y que es apto para ser degustado por aquel sentido que lo puede percibir para encontrar en sí una base de su existencia.

El gusto nos convertiría en asesinos voraces de pensamientos que aún no significados nos aturden, seríamos caníbales ya ni siquiera de nuestra misma “especie”, ahora vendríamos siendo caníbales de nosotros mismos. Optaríamos por saborearnos para luego comunicar lo que sentimos en forma de apetito, seríamos fieras de la nada amantes innatos de nosotros mismos, un ego en su plenitud se transformaría en el gusto de eso que probamos pues no hay punto de comparación más claro que sí mismo. Ahora bien se estaría afirmando que seriamos materia tangible con un escaso aspecto estético, lo cual de lo contrario sería banal. El gusto, uno de los sentidos más ligados al tacto en este transcurso de sustentación de la existencia pues se hace necesario el contacto físico entre el exterior y el interior mismo para comprobar que la evidencia es cierta. Se parte entonces de aquí para aclarar el transcurso que se sigue en la cadena penta sensitiva de nuestra comunicación íntima.

El tacto por el contacto que merece para ser, no seria nada más que sentir una completa y absoluta necesidad de sustentar nuestra presencia. Viviríamos tan solo un segundo más que con los demás sentidos por que necesitaríamos un punto de comparación para darnos cuenta tan solo de nuestra profundidad en este plano sin soporte alguno, donde el viento es lo único que nos mantiene rígidos. El tacto pretendería darnos más que una interpretación del panorama, con este sentido se activa una sensación que se puede identificar en cualquier parte del cuerpo y eso trasciende a un instante más de vida, o un momento menos de inexistencia.

Hasta que punto llegamos a depender de los conceptos que ya ni siquiera podríamos vivir, o al menos ver la vida sin contextualizar nuestros sentidos.
La necesidad de negación al comprender que mis sentidos tan solo son bases para mis pensamientos se hace evidente. Aturde pensar que somos ajenos a los principios de nosotros mismos como individuos capaces de adoptar y comprender nuestra misma mente, nuestra imaginación y su imagen en lo que se ha creado.

Pero tal ves tengo razón con lo que digo, sentimos por el contexto en el que vivimos, por que desde que aprendemos a comunicarnos en base a los conceptos los sentidos se convirtieron solo en reflejo de nuestros pensamientos.

Es increíble como al referirse a los cinco sentidos nos encontramos mezclando las emociones, como sí los sentidos reflejaran las emociones siendo que con ellos solo percibimos el mundo. Es absurdo todo, es absurdo pensar que a pesar de haber creado nosotros mismos este idioma tan explicativo, no sepamos utilizar bien el vocabulario, es absurda esta posición a lo que hemos creado e imaginado. Y aún así creemos tenerle significado a todo, menos a lo que nos parece imposible: Eterno, Infinito, Nada, Todo, Algo, Felicidad, Tristeza, Odio, Amor… para mí, todos y cada uno de estos conceptos son imposibles de significar… y así mismos imposibles de algún día vivir, si podemos algún día realmente vivir.

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